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NOTAS DE PRENSA

La primera división del fútbol de El Salvador realizó modificaciones a su página web para que los aficionados que viven dentro y fuera de El Salvador puedan acceder a información de tabla de posiciones y nóminas completas de los 10 planteles que conforman el circuito de privilegio.

Por ahora, la liga de privilegio y la tercera división, que preside Rafael Calderón, han definido su espacio en la web para que los hinchas del interior y exterior del país puedan acceder a la información de equipos y jugadores.

Dos descendidos en tercera división

La FESFUT declaró a Malacoff y Chinameca como equipos de primera división aficionado.

Escrito por Christian Peñate
Martes, 30 marzo 2010 00:00

La entidad federativa accedió a la solicitud hecha por la liga de bronce, encabezada por Rafael Calderón, de acuerdo a la versión de Salvador de León, integrante de la comisión normalizadora.

Malacoff no se inscribió para los certámenes de Apertura y Clausura en la tercera; Chinameca se retiró de competencia hace un mes por falta de apoyo de parte de su afición. Terminaron en verdaderos líos monetarios.

Pero no habrá solo dos descendidos a liga aficionado. Maracaná San Rafael deberá esperar a su rival para definir quién sera el tercer equipo que irá al circuito inmediato inferior.

La decisión tomada por la normalizadora de la FESFUT, el viernes de la semana recién pasada, no ha caído en gracia en algunos representantes de la liga de bronce, quienes aseguran que se ha favorecido a equipos de algunos integrantes del directorio actual de la tercera división del balompié rentado.


Ganar y perder en tercera división


 - La Prensa Grafica - Noticias de El Salvador

Cuando un equipo de Tercera división de fútbol no puede darle de comer a sus jugadores, y está al borde del descenso, vale pensar si conviene seguir compitiendo. Los jugadores del Espíritu Santo; sin embargo, están seguros de que sí vale la pena. En esta isla quizá no estén los mejores jugadores del mundo, pero hay entrega, orgullo y pasión. Cada fin de semana, los equipos lo dejan todo en canchas aun en condiciones casi irreales.

Escrito por Una crónica de Gabriel Labrador

Domingo, 21 marzo 2010 00:00


El nudo de patadas y empujones se arma en la esquina suroriente del engramillado. El banderín de esquina, un tubo blanco, de metro y medio de altura, rematado con un trapo triangular rojo, cae derribado sobre el pasto seco en el que se enfrentan los verdes de El Tercio y los azules del Espíritu Santo. La pelota amarilla termina saliendo por la línea de meta. Tiro de esquina a favor de los locales de El Tercio. Corre el minuto 66. Estamos en una escuela de Jiquilisco, Usulután.

El jugador ignora el banderín caído, incluso lo aparta para buscar un mejor ángulo. Quiere enviar un derechazo al centro del área grande, en busca del tercer gol de su equipo. Se impulsa, levanta la mirada, da la última zancada, levanta la mano izquierda y… ¡Alto! ¡Momento! El árbitro se acerca corriendo y soltando leves silbatazos: algo no le gusta. “El banderín, coloque el banderín, no se puede jugar así”, señala el enlutado.

El resto de jugadores, al borde del área de meta, siguen su jaloneo y bailan un brusco tango en la espera del balón. Pero en la esquina suroriente, el banderín sigue aguando el juego. “No puede cobrar el córner sin el banderín en su puesto”, insiste el réferi. El carrilero se hinca y apuñala con el tubo del banderín la tierra seca y blanquecina, sin que la banderola se quede erguida. Una, dos, tres estocadas: el banderín sigue muerto. El hoyo es demasiado ancho. “No se puede, profe”, exhala el jugador.

A la esquina llega corriendo un muchacho flaco, con sandalias y camisa azul y una vieja piocha. Es el utilero de El Tercio y al cabo de varias picadas a la tierra, el banderín resucita. Es la segunda vez que el muchacho flaco y de camisa azul salva el partido. La primera también tuvo que ver con la estética de lo que aquí se conoce como cancha. El utilero tuvo que borrar y repintar la línea de banda del lado oriente porque estaba tan derecha como las rectas que caminan los ebrios.

Corre el minuto 69, y el árbitro está a punto de sacar, dos veces, su arma más poderosa, la tarjeta roja. Los pocos hinchas del Espíritu, que han venido junto a su equipo desde una isla cercana, ven todo desde la cama de un camión arenero cual graderío. También maldecirán a todo pulmón. Los expulsados se saltarán la verja que acorrala la cancha porque así es más fácil abandonar el terreno de juego, porque aquí no hay camerinos. Maldecirán al árbitro junto a los fanáticos. Lo amenazarán. Luego tomarán del agua que apenas pudieron conseguir.

Hay partidos así en la tercera división de fútbol profesional de El Salvador. Juegos a muerte y sazonados con las más consabidas historias de archirrivales, como las de El Tercio y El Espíritu Santo. Son clásicos, como un Barça-Real, pero en un país pobre, y en la liga profesional más pobre de este país pobre. Son partidos que parecen peleas de gallos. Con canchas accidentadas, clubes sin presupuesto, gladiadores veteranos que juegan por amor, a veces con tacos prestados, y jugadores primerizos que confían en sus piernas para salir de la pobreza.

En el corazón de la bahía de Jiquilisco, esa lengua de agua que penetra Usulután desde el Pacífico, una isla flota con sueños de fútbol. Es un islote pobre, casi del tamaño de Soyapango. Se le conoce como el Jobal –por la hacienda que ahí existía–, pero su nombre en realidad es Espíritu Santo.

Desde el cielo, la isla parece un protozoario cuyo núcleo es un terreno rectangular, verde y con porterías en sus extremos más angostos. El resto de su cuerpo serían las dos lagunas camaroneras y los cientos de hectáreas de cocoteros; y su piel sería la frondosidad de mangle que recubre la isla como una cáscara. En el seno de toda esta trama natural, el fútbol palpita al ritmo de pies descalzos. Raro es el que, en día de semana, juegue con zapatos en el engramillado. Los miembros del equipo reservan el uso de sus tacos para los partidos de la liga a la que pertenecen con orgullo y carencias.

El fútbol aquí es la diversión de los isleños, la que los acompaña desde su nacimiento, casi como una necesidad. Las demás actividades cotidianas –trabajar el coco, curilear, pescar, hacer oficios domésticos, jornalear, incluso estudiar– son solo eso, faenas complementarias, y para algunos, un castigo inevitable. La inspiración aquí viene en esferas que rebotan por doquier: en la cancha de basquetbol que en realidad sirve para jugar fútbol, en los caminos polvorientos, en las coqueras, en la canchita de arena construida hace poco para cultivar la semilla que la selección nacional de fútbol de playa sembró. Sus integrantes han salido de islas como esta. De esta del Espíritu Santo salió uno.

Todas las esperanzas se cifran en el Club Deportivo Espíritu Santo, el “Espíritu”, equipo de añales, gloria de la isla, que nunca había alcanzado la profesionalidad y que hoy, un domingo de marzo, está disputando contra El Tercio, líder en la tabla, la tercera fecha de la segunda vuelta del torneo. El Espíritu va último, está al borde del descenso, después del abrupto retiro del Chinameca Sporting Club, por falta de apoyos económicos.

Y así van los isleños a Jiquilisco: de visita y presionados. ¿Podría ser peor? Dos de sus jugadores avisaron que no tenían tacos para el partido. Y por si fuera poco, el trajín del viaje a la sede del contrincante ha sido pesado. Se embarcaron temprano en una lancha abarrotada, se subieron a un camión arenero prestado y almorzaron pollo de fiado. Aunque no debería, es la Alcaldía de puerto El Triunfo la que pagará al final del mes. La ley prohíbe a las comunas financiar equipos profesionales, pero “hay maneras legales de hacerlo”, matiza un concejal. Uniformes, transporte y comida cada mes son parte de las erogaciones pseudoclandestinas.

Ya en el campo de juego, el Espíritu ha tenido tiempo para relajarse. Y entonces cuentan lo que les pasó hace unas semanas, cuando iban a un encuentro en San Lorenzo, San vicente. Ese día, además de la lancha para salir de la isla, tuvieron que tomar un bus. Cuando iban a medio camino, el transporte se averió. Con una llamada lograron movilizar el camión arenero de un amigo hasta el lugar donde habían quedado abandonados. En el camino, se ponchó una llanta. La mala suerte había programado para esa misma hora y fecha un apagón general en toda la zona. Reparar el neumático era imposible. Llegaron a la cancha 13 minutos después de la 3, hora del juego. El árbitro ya había clausurado el partido. Unos dicen que el árbitro olvidó los 15 minutos reglamentarios de espera. Otros dicen que el Espíritu no llegó en ese lapso.

—Hemos apelado ese informe –explica Juan Sáenz, representante del Espíritu, mientras mira a sus muchachos calentar, bajo el sol veraniego de Jiquilisco.

En esta cancha de escuela, el cuadro isleño acaba de escuchar sermones sobre la importancia de evitar el descenso. Los árbitros están por ocupar su posición, las familias y la afición están saliendo de la cancha y pasándose al otro lado de la verja porque no hay espacio para ellos. Todo parece estar listo. Un momento. Los jugadores salen corriendo a la orilla de la cancha, aflojándose las calzonetas. Orinan al aire libre, en el extremo occidental de la cancha, donde la verja colinda con el patio de varias casas. Es que aquí no hay baños, ni vestidores, ni nada que se le asemeje. En tercera división, a lo mejor se debe orinar menos.

Al minuto 40 del primer tiempo, el marcador ya provoca retortijones al Espíritu. Dos goles a cero. Uno ha sido de cabeza, tras un tiro de esquina, y el otro, un puntazo después de una encendida lucha dentro del área. Ricardo “Argolla” Martínez, el portero de el Jobal, no ha podido hacer nada más que reclamar desde su cabaña a sus compañeros. Dentro de los 90 minutos, su temperamento se acelera unas cuantas revoluciones.

Cuando, al minuto 31, el réferi había marcado el tercer tiro libre contra la meta de los locales, “Argolla” subió corriendo al área contraria y lo cobró con una relativa eficacia: estrelló el balón en la valla humana que, de no haber existido, habría permitido que el balón entrará limpiamente en el arco rival. Ese fue el más certero de los cinco intentos a balón parado que tuvo el Jobal. Si los cobros anteriores no hicieron cosquillas al Tercio, el de Argolla al menos alteró a más de algún defensa.

Con el resultado en contra, los aficionados del Espíritu reclaman a sus gladiadores la debilidad en las bandas. A cada intento por penetrar el área, los tercios responden con rapidez tocando hacia adelante. La primera mitad del partido está por finalizar. “Es que nos estamos acoplando, los carrileros que tenemos no son los titulares”, justificará más adelante el entrenador. Claro, los titulares están lesionados o han sido absorbidos por equipos de ligas superiores como el Topilzín de Segunda División, o el Firpo, de Primera. El Espíritu se encierra atrás para evitar otro gol en contra.

Dos perros raquíticos husmean el pasto entre los jugadores. Se espantan con la correteadera del partido.

“Argolla” es el más viejo del equipo. Tiene 28 años, y eso, para un equipo cuya media de edad es de unos 22 ya es bastante. Para el fútbol, de hecho, ya es bastante. Por eso quizás se maneja con soltura –y bravura– en la cancha, y parece tener el derecho de corregir a sus compañeros durante el juego. Fuera de los 90 minutos parece lo contrario: es dócil y amiguero. Tranquilo.

Su casa, como muchas en la isla del Jobal, tiene paredes hechas de palma de cocotero. Los muros también están tapizados con pósters viejos del Real Madrid, de sus jugadores y del equipo. Cuando entra a su oscuro cuarto, en el que convive con su esposa e hijo, muestra sus tesoros: los guantes de arquero que ha conseguido con amigos de amigos futbolistas.

—Estos son de Miguel Montes, estos eran los de Fidel Mondragón, estos, los de Juan José Gómez… ¿Quién no va a querer tener los guantes que ellos han usado?

Su padre también fue arquero local. Entusiasmado, don Ricardo, un cuidador de bodegas en puerto El Triunfo, fue el que le compró –todos se preguntan cómo– los primeros tacos que su hijo necesitó. Su hermana también le compró un par en varias ocasiones.

Pero no todo es fútbol para este muchacho de 1.85 metros, delgado y con barba. Todas las mañanas pela entre 400 y 500 cocos mediante un método que va desde lo rudimentario hasta lo riesgoso. Se para frente a una especie de asta con filo que le llega hasta las rodillas, y sobre ella apoya cada coco hasta desprenderle la estopa. Es un movimiento mecánico. Recoge un coco del suelo, lo apoya sobre el asta, hace presión, le va dando vueltas, le desprende la estopa con las manos, tira la estopa a un lado y el fruto al otro. Así, 500 o 600 veces cada mañana. A cuatro centavos el coco, a cuatro dólares el día. Si Ricardo tiene suerte, por la tarde ayudará en algún trabajo de albañilería.

En la Liga Mayor, jugadores de equipos como Alianza o Fas pueden comenzar ganando $1,000 al mes. De ahí comienza a subir.

Por eso cuesta creerle a Argolla cuando dice que nada lo hace más feliz que representar a su isla en un engramillado y bien equipado.

—¿Vale la pena jugar en condiciones así: aguantar golpes, canchas feas, expulsiones dudosas, insultos, más lesiones?

—Usted se ha fijado, no nos pagan nada por andar ahí, es puro amor al equipo, a la isla, para la alegría de la gente.

Al hablar con él, da la impresión de que el fútbol es primero pasión y después, solo mucho después, es también dinero.

En el partido corre el minuto 46. Hay un centro globeadito desde la izquierda sobre el área que protege el Espíritu. El balón queda suelto, y “Argolla” sale de su jaula a capturarla antes que se pierda en la línea de fondo. Se le acerca a toda velocidad a un delantero contrario, “Argolla” se adueña de la pelota con el brazo izquierdo y con el brazo derecho suelta un codazo con dudosa intención. Despeja, y grita de inmediato a sus delanteros: “¡¿Y a qué horas vas a agarrar una ahí, pues, hey?!”

Dos días después, en el reinicio de los entrenamientos detenidos por varios meses, “Argolla” no aparecerá. Se quedará encielando la nueva casa que una ONG le ha regalado.

El Espíritu Santo fue antes un equipo “pirata”. Jugaba en una especie de circuito intercantonal, no oficial, basado en partidos de visita, con ida y vuelta. Cuando jugaba de visitante recibía una fianza de, digamos, 200 colones, unos 22 dólares. El dinero lo devolvían cuando recibían en casa al equipo que habían visitado en la ida. Al margen del marcador, el dinero era devuelto. Con los años, el Espíritu se convirtió en un equipo respetado.

Pero cuando un jugador joven de nombre Salvador González se contagió de ambición, propuso federar el equipo porque “jugar por jugar no trae ninguna cosa”. Corrían los años setenta, y Salvador inscribió al equipo en la liga de aficionados con una documentación prestada. Años después, la compró.

Y ahí comenzó la proeza. Salvador, hoy un sesentón, alto y prieto, con una gorra de beisbolista que le tapa las canas, tomó la iniciativa y fundó a mitad de los noventa un equipo que serviría de cantera para el Espíritu: el Real Juvenil, conformado por un puñado de escolares. El Espíritu era visto como el niño bonito de la isla.

Hace casi tres años, mientras Salvador era un inmigrante más en Estados Unidos, los ex Real Juvenil que ya jugaban en el Espíritu lograron un soñado 9 a 0 en casa con el que pasaron a la tercera división.

El artífice de esa cruzada se llama Juan Sáenz, un hombre treintañero, regordete, cabello castaño, de bigote y vivaz. Nació en la isla, jugó, pero nunca lo hizo bien; era motivo de risa, así que prefirió velar por la administración del equipo. Jugadores, padres de familia, la isla entera confía en él porque administra uno de los tesoros de la isla: el equipo.

Juan tiene argumentos para todo. Cuando el Espíritu se ganó el pase a tercera, muchos equipos se opusieron por el supuesto riesgo que implicaba embarcarse en lancha cada vez que tocara jugar de visita. En una reunión, Juan propuso que se monitoreara y comparara, por una semana, las tragedias ocurridas en carretera con las ocurridas en el agua. El Espíritu fue admitido en la liga pocos días después.

—La gente sabe que yo doy la lucha hasta lo último.

Juan, “Masculina”, como le dicen, acaba de terminar un curso de entrenador oficial, con lo cual dice que asumirá el rol de entrenador. El problema es que quedó debiendo los $500 que costaba el curso a la Asociación de Entrenadores de Fútbol de El Salvador (AEFES). Dice que pagará a como dé lugar, porque al equipo le urge un entrenador. El que ha llegado para apoyar. Pero contra El Tercio no podrá colaborarles debido a otro trabajo en el que sí le remuneran.

En la isla no son pocos los convencidos de que las oportunidades para vivir del fútbol se han multiplicado. Juan insiste en que su misión es impulsar a sus jugadores hacia los equipos grandes. Dice que el próximo año serán entre tres y siete los que ascenderán. No faltan quienes creen que Juan se aprovecha en las negociaciones de sus jugadores.

—Ni tengo camisas del Águila ni del Firpo, ni si quiera que haya comprado. Yo lo que veo es que cuando un jugador se va, se activa la economía de la isla porque el dinero que él gana lo invierte aquí, en la tienda, en la construcción de casas, en más empleo.

El Águila y el Firpo tienen ya los ojos puestos en la isla.

Comienza el segundo tiempo. El marcador sigue dos a cero los pocos minutos expulsan a Walter “Chiqui” Escoto, carrilero derecho del Espíritu, después de que diera un manotazo a uno de los verdes, con todo el descaro que ha podido. El Chiqui explica que ha sido en reacción ante un codazo en su cara y que el otro merece ser despedido igual. El árbitro no atiende razones.

“El Chiqui” se salta la verja que encierra el campo porque así se sale más rápido. Se queda de frente al partido, con mirada al vacío.

El día anterior, sábado, varios de los integrantes del equipo se habían reunido en casa de Manuel “Toño” Guzmán, presidente del equipo, para ver los partidos del Real y el Barça. Los muchachos, sentados en hamacas, en sillas de plástico y apiñados en una habitación, vieron cómo el árbitro expulsaba al “Pep” Guardiola y a “Slatan” Ibrahimóvic. Las tarjetas rojas no perdonan a nadie. Los muchachos se excitan cada vez que ven por el tele cómo el balón besa el área o cuando Cristiano Ronaldo intenta disparar. Se tensan, dan pequeños saltos, gritan por un partido que sienten suyo pero que está a 10,000 kilómetros de distancia y que cuesta millones. El Barça y el Real cuestan juntos 1,049 millones de dólares, con ese dinero podría contratarse a los 250 jugadores de la Liga Mayor salvadoreña y pagarles a cada uno un salario de $5,000 al mes, por 70 años.

—Ay, ay, ay… ¡¿qué pasó?! –pregunta don Toño cuando escucha a la jauría aullar por una jugada fallida. Se acerca al cuarto, curioso ve el televisor.

Si don Toño no viviera en la isla, nadie podría ver los partidos de la Liga Española y a lo mejor tampoco existiría el equipo Club Deportivo Espíritu Santo. Este hombre, fanático del Barcelona, mandó a instalar cable para ver los partidos de la Liga de fútbol más cara del mundo. También es el que facilita las lanchas para sacar al equipo de la isla cada vez que hay compromiso deportivo afuera; también pone a disposición su camión arenero.

—Si hay una necesidad, y tengo (dinero) en ese momento, yo disparo (pago). Para tacos, comida. Aquí nunca he metido para mi bolsillo, solo toca sacar...

Pero don Toño apoya al Espíritu muy a gusto. Por eso es uno de los que más aplaude y grita durante el partido contra El Tercio, muy a pesar de que el equipo de sus amores vaya perdiendo. Y es uno de los que más ultraja cuando toca reclamar una injusticia.

Aquella tarde frente al televisor, parecía regla entre los muchachos portar una imitación de las camisolas de los equipos españoles. Élmer “Chico loco” Cortez , delantero del Espíritu, de 15 años, parece feliz con la réplica que lleva puesta. La suya lleva el apellido de Karim Benzema, delantero francés del Madrid que costó 47 millones de dólares. La costumbre de “Chico loco” es usar la camisa hasta que ya luce gris. Él y su papá parecen del mismo colegio pues a menudo portan al mismo tiempo la casaca del equipo merengue. Por camisas como la de Élmer y su papá, los clubes españoles son millonarios. La noche en la que Cristiano Ronaldo fue presentado como jugador, el Real vendió 232,000 dólares en camisetas.

—Quisiera tener la oportunidad de jugar en un equipo de esos, porque ellos tienen la oportunidad de conocer varios países, y están ganando bien –dice Élmer.

En la cancha, “Chico loco” es agresivo. Tiene dominio de su cuerpo y protege el balón con tenacidad. También golea: cinco goles en tres partidos. Por eso Firpo ha puesto el ojo sobre él. Igual que el Águila sobre Jonathan, “Joni”, de 18 años. Hace algún tiempo sucedió con Herbert Barrera y Saúl Blanco, que ya juegan fuera de la isla. Pero Élmer tendrá que esperar.

—Es que quieren que Élmer se vaya con ellos casi que por nada a cambio. No puede ser –sostiene Juan Sáenz, el representante–. Al menos los viáticos deberían de darle.

Élmer vive con su tía Araceli. Su mamá le manda dinero desde Los Ángeles, donde trabaja limpiando cuartos en un hotel. Su papá, Érmer, es un curilero local que gana $3 el día y cuya casa será sustituida por el proyecto de vivienda de la ONG que ha llegado a la isla. Las oportunidades no llegan dos veces, dice Araceli, la tía. El papá Ermer opina lo mismo y pide a Juan que no le quiten la oportunidad de ascender.

La Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) tuvo internado a “Chico loco” el año pasado, con el objetivo de formarlo como profesional del fútbol. Muchos de sus compañeros ya están en España, jugando en canteras. Pero Élmer desertó un poco antes porque no aguantó el ambiente en ese recinto. No era de su agrado, dice que lo veían de menos y que incluso dice que le robaron un celular. Su tía no le cree, más bien cree que Élmer abandonó el aparato a propósito. Le dicen “Chico loco” por su parecido enérgico con un jugador de antaño.

—Me arrepiento de haberme salido, ya estaría en España, pero es que a veces uno cree que no le gusta y por terco uno se convence de eso –dice ahora Élmer.

Una mañana de clases suspendidas por la ausencia de una profe, “Chico loco” se reúne con sus amigos a la sombra de un gran árbol, cerca de la cancha. Están esperando que el resto de estudiantes salga para jugar fútbol. Se arman los equipos y juegan todos descalzos. Cada equipo tiene un nombre: “callejeros”, los que no van a la escuela, entre ellos está “Joni”, al que pretende el Águila; y los “escoleros”, los que están en la escuela todavía.

Los escoleros terminan ganando 2 a 0. También ganan la apuesta, una enorme botella de dos litros y medio de gaseosa anaranjada de la que “Chico loco”, estudiante de séptimo grado, no prueba ni un trago. No le interesa.

Durante el medio tiempo del partido contra El Tercio, el joven delantero obtiene agua como recompensa. Papá Érmer se hinca a su lado y parece comunicarle duras observaciones. “Chico loco” no dice nada, con movimientos bruscos se ajusta las cintas de sus tacos.

¿Quién no ha escuchado alguna vez que el fútbol es un deporte absurdo? ¿Que los jugadores parecen animales tirando patadas? Los que opinan así se escandalizarían de saber las condiciones irreales en las que pueden jugar los gladiadores de la tercera división. O en las condiciones en las que los árbitros deben hacer valer las reglas.

—La palabrita “pro-fe-sio-nal” le queda grande a la tercera –asegura Rafael Rodríguez, presidente interino de la comisión de árbitros, una entidad dependiente de la FESFUT.

Rodríguez es moreno y tiene el peculiar cabello engominado de todo réferi. Cuenta que a veces las líneas divisorias en las canchas de tercera se hacen con ceniza porque no hay de otra, y que a veces las canchas están llenas de estiércol de ganado.

—Ni los paramédicos son los adecuados. A veces son hinchas del equipo local y pueden hasta botar al jugador herido del otro equipo. Ya se ha dado –asegura Rodríguez.

El presidente de la comisión normalizadora de la FESFUT, Reynaldo Vásquez, admite que no solo la tercera necesita apoyo, sino que son todas las ligas. Lo ideal sería que la selección nacional fuera la cúspide de la pirámide, una especie de Olimpo, y la Liga Mayor debería alimentarse directamente de las ligas menores. Poco o nada es así. “Deberíamos ayudar más a la tercera”, admite.

Lo mejor sería comenzar por limpiar la casa, como dice Rodríguez. El 80% de las canchas de tercera están en mal estado: “¿Y con qué autoridad la FESFUT exige canchas buenas si las tres que son suyas están en mal estado?”.

La tarde va cayendo en Jiquilisco. Estamos ya a la mitad del segundo tiempo. El juego mantiene 10 jugadores del Espíritu contra 11 de El Tercio. Después de la expulsión del Walter “Chiqui” Escoto, el Espíritu dirige dos cambios pero estos no sirven para mucho. El ataque sigue flojo. “Chico loco” está siendo neutralizado con bastante frecuencia y los despejes de “Argolla” caen con facilidad a los pies de El Tercio. En una de esas, los verdes ganan el balón, se cuelan por la izquierda y anotan su tercer gol.

Luego ocurre el incidente del banderín de la esquina suroriente. Y mientras el utilero comienza a dar piochazos al agujero de la esquina...

—Pare el cerote tiempo, profe –exclama Argolla, en tono quedo.

El réferi, víctima del acoso de la afición que exige que detenga el cronómetro mientras se soluciona el tema del banderín, se sobresalta y le saca la primer tarjeta roja.

—Está bien, portero, tome.

“Argolla” se queda de pie, sorprendido, contiguo a uno los postes de su meta. Muestra sus palmas como pidiendo explicación. Los ultrajes de la fanaticada se vuelven insoportables. El árbitro debería contar con un paraguas. Luego, el capitán de la isla, José Einer Alvarado, de 20 años, en defensa de su portero insulta al árbitro. El enlutado no aguanta más y lo manda para afuera con una segunda tarjeta amarilla. Los hinchas del Espíritu Santo no pueden creerlo.

—Quizás te han pistiado, árbitro, cerote –grita una de las mujeres asistentes. Risas por todos lados.

“Argolla” y el capitán Einer se pasan al otro lado de la verja igual que “el Chiqui”, escalando la malla. “Argolla” lanza una última mirada y una amenaza al árbitro. Le dice algo así como que él también tendrá que llegar a pitar a la isla. Todos piden tiempo, quieren que la pesadilla termine.

Al silbatazo final, a las 4:30 de la tarde, no hay sonrisas que valgan. Los jugadores azules buscan sus maletines, y se cambian a la intemperie. Élmer luce inquieto.

—Así es el fútbol. Perder o ganar. Solo que primero Dios no bajemos y que las oportunidades con los equipos siempre lleguen.

Sobre el camión arenero, en el camino de regreso, solo hay cabezas gachas. Unos hablan casi en secreto como planificando las medidas a tomar. Juan, el representante, no habla en todo el camino. Va sentado sobre la llanta de repuesto, con la mirada perdida. Le consuela que el martes próximo comienzan de nuevo los entrenos. Ese día, a la cancha rodeada de palos de mango, de una veintena de jugadores convocados, solo asistirán siete. Perder o ganar. Así es el fútbol.


Martes 23 de Marzo 2010

Resultados , tabla de posiciones , programacion .

Informacion completa , Haga click en los botones .








La tercera ya está en internetLa categoría de bronce del fútbol nacional, al igual que la primera división, ya tiene un blog en la web para dar a conocer su información


.Escrito por Christian Peñate


Lunes, 15 marzo 2010 00:001 2 3 4 5(0 Votos)


El presidente de la tercera división, Rafael Calderón, y el dire
ctor, Carlos Domínguez, confirmaron que ya está habilitado el blog de la liga para consultar toda la información sobre este circuito del fútbol nacional.
De acuerdo con Domínguez, la dirección para acceder a este sitio es
http://elsalvadorterceradivisiondefutbol.blogspot.com

.
Calderón aseguró que esta es una iniciativa para promocionar mejor a la tercera liga en importancia en el balompié salvadoreño. Agregó que habrá información que tardará en aparecer, pero en la medida de lo posible tratarán de hacerlo con efectividad y rapidez, sobre todo para la afición salvadoreña que está en el exterior y quiere saber cómo va su equipo y los próximos adversarios que tendrá.
Además de eso, podrá conocer cómo está conformado el nuevo directorio de la liga, que fue electo en diciembre del año recién pasado.



Calderón, cada vez más cerca


El período eleccionario se acerca en la Federación Salvadoreña de Fútbol para determinar quiénes estarán en el nuevo comité ejecutivo.
Por ahora, de parte de la liga de bronce,



Calderón sigue siendo el candidato a ocupar el lugar que le corresponderá a la tercera categoría en el directorio federativo que estará en funciones desde 2010 a 2014.

Un integrante del directorio de la tercera señaló que Calderón no tendrá problemas para recibir apoyo en su búsqueda por una plaza en la FESFUT.
El presidente actual de la tercera ya cumplió dos períodos al frente de la categoría.

Está iniciando su tercero y se prevé que no lo terminaría porque debería subir antes de 2011 (fecha en que terminaría su tercer período al frente de la tercera) a la FESFUT.

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1 comentarios:

  1. Calderón sigue siendo el candidato a ocupar el lugar que le corresponderá a la tercera categoría en el directorio federativo que estará en funciones desde 2010 a 2014.

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